viernes, 7 de mayo de 2010

AREAS GOGRAFICAS DE COLOMBIA DESPUES DE 1830 (Grados 11)

El termino país hace referencia al territirio en donde habita y actúa el ser humano para transformar la naturaleza, al mismo tiempo, dejarse influenciar por ella. En este sentido puede afirmarse que un país lo forman su gente y sus regiones. Por esta razón, una vez disuelta la Gran Colombia, el gobierno se vio precisado a definir la extensión territorial mediante el trazado de sus líneas limítrofes y la demarcación de las fronteras terrestres con Venezuela Ecuador.

Para conocer los recursos humanos y físicos que poseía el territorio nacional, el gobierno auspicio expediciones. La mas importante fue la comisión Corográfica que dirigió el ingeniero militar y geógrafo italiano Agustín Codazzi, quien, acompañado por excelente equipo humano, logro recorreré todo el territorio del paso en ocho viajes. El primero se realizo en 1850 y el último en 1859, cuando Agustín Codazzi falleció.

El objetivo consistió en levantar mapas geográficos; para poder cumplir con estas metas se hizo un trabajo de campo en todo el territorio del país, se recolecto información geográfica y datos sobre la naturaleza y la humanidad colombiana.

Desde la región central, la mas densamente poblada del país en las primeras tres décadas del siglo pasado, y con mayor número de ciudades y pueblos, se desplazaron numerosas personas para colonizar otros territorios del país, surgiendo un modo de vida rural. La migración fue estimulada por la política gubernamental que aspiraba ampliar las fronteras agrícolas especialmente, en las tierras templadas y calidad, aptas para la diversificación de cultivo con miras al comercio exterior.

Tres corrientes migratorias se destacaron: la cundiboyacense que alcanzó los territorios desde la cordillera oriental hasta los llanos de San Martin, la santandereana que se expandió a las provincias de Cúcuta y Ocaña y luego llego hasta la zona bananera de Santa Marta. Y la que llego del occidente para la colonización antioqueña, que impulso el poblamiento del suroestes, se expandió por la cordillera occidental, y toco al cauca, la cordillera central (Tolima y el norte de Cauca)

jueves, 25 de marzo de 2010

Lectura Sociales Grados 9

Consecuencia de la Primera Guerra Mundial
La I Guerra Mundial (1914-1918), uno de los conflictos más devastadores de la historia, fue una pugna de grandes dimensiones que comenzó en Europa y terminó implicando a 32 naciones. La guerra se libró entre dos grandes alianzas militares: de un lado, los denominados aliados, entre los que estaban Francia, Rusia, Gran Bretaña, y finalmente Estados Unidos; del otro, los Imperios Centrales, que incluían a Alemania (II Imperio Alemán), Austria-Hungría (Imperio Austro-Húngaro) y más tarde, a Turquía (Imperio otomano). Al término de la Gran Guerra (nombre por el que también es conocida la I Guerra Mundial) habían muerto 10 millones de soldados y otros 21 habían resultado heridos.

La Gran Guerra, por otra parte, precipitó la revolución y la inquietud, una consecuencia completamente imprevista por las potencias europeas. La toma del poder por los bolcheviques en Rusia en 1917 fue sólo el preludio de las turbulencias e inquietudes que acabarían llegando a Berlín e incluso Pekín. Al final de la guerra, Vladímir Lenin se alzó como una figura temida o venerada a lo largo y ancho del globo. Por la misma época, Woodrow Wilson entró en escena con sus famosos Catorce puntos, una serie de principios enunciados durante el conflicto, destinados a traer y preservar la paz. Las novedosas ideas de Wilson, como la autodeterminación y la Sociedad de Naciones, constituían un agudo contraste con los llamamientos revolucionarios de Lenin a los pueblos oprimidos y su apostolado de la violencia como medio para alcanzar la justicia y la igualdad. Las ideas contrapuestas de estos dos visionarios electrizaron a las naciones colonizadas de todo el mundo y las hicieron intensificar sus demandas de independencia o autonomía. Al mismo tiempo, el final de la guerra llenó de resentimiento a las masas a medida que los imperios se disolvían, se exigían reparaciones a los vencidos y el mapa de Europa era diseñado a medida de los vencedores.

La guerra, los efectivos humanos y las poblaciones coloniales

Aunque la I Guerra Mundial comenzó en Europa, desde el principio afectó a lugares más allá de los confines de este continente. Los pueblos de África, India y Asia sufrieron la guerra siendo llamados a filas por los ejércitos europeos como soldados u obreros. Estas regiones aportaron también recursos importantes para el esfuerzo de guerra de los beligerantes.

A medida que la guerra se recrudecía, la desesperada necesidad de soldados y trabajadores de las potencias europeas les obligó a fijar sus ojos en las colonias. Los líderes coloniales les dieron su apoyo, pensando que su lealtad en ocasión de tal peligro para la metrópoli redundaría en una mayor autonomía para las colonias, la relajación de la legislación racial e incluso la independencia al final del conflicto. Es seguro que los líderes de las colonias británicas en la India y África apoyaron el esfuerzo de guerra con estos motivos in mente. Soldados y obreros voluntarios afluyeron en grandes contingentes para completar los regimientos coloniales ya existentes de Gran Bretaña, Francia y Alemania.

Los franceses por ejemplo alistaron a 70.000 argelinos y 170.000 africanos occidentales en sus ejércitos europeos. Los británicos confiaron en tropas indias para su fallida campaña en Irak en 1915 y para reforzar sus ejércitos en el norte de Francia. De hecho casi un millón de soldados y obreros indios sirvieron a lo largo y ancho del mundo. Los británicos emplearon también a 100.000 trabajadores chinos para atender a las necesidades logísticas de sus ejércitos en el norte de Europa. Además cientos de miles de porteadores y obreros de África Occidental, Egipto y la India proporcionaron servicios inapreciables a los beligerantes.

Políticas subversivas y belicistas en las colonias

Fuera de los campos de batalla, los beligerantes utilizaron otros métodos para debilitar a sus adversarios. Por ejemplo, animaron vigorosamente el descontento, la insurrección y el nacionalismo entre los súbditos coloniales de sus enemigos. Esta estrategia estaba destinada a debilitar al rival obligándole a dedicar recursos y potencial militar para reprimir los disturbios civiles y militares, especialmente en Asia occidental. Probablemente el mejor ejemplo de este tipo de subversión sucedió en Arabia, donde el agente británico T. E. Lawrence organizó una revuelta árabe contra el Imperio otomano. El gobierno británico atizó el latente nacionalismo árabe, con promesas, nunca cumplidas, de independencia para los árabes.

Gran Bretaña estaba también detrás del sionismo, otro movimiento de potencial revolucionario en el Oriente Próximo. Durante la I Guerra Mundial, un pequeño número de idealistas judíos polacos y rusos se cohesionaron en una organización que se propagó a todas las comunidades judías, sin distinción de nación, idioma o tradición. Esta organización acabó consiguiendo el apoyo británico para la instauración de un hogar nacional judío para después de la guerra. Este apoyo, consignado en la Declaración Balfour, se oponía a las esperanzas dadas por los británicos anteriormente a los nacionalistas árabes y terminaría llevando a violentas y sangrientas disputas entre las comunidades árabe y judía.

Los alemanes y los turcos desarrollaron también políticas subversivas. Esperaban explotar el sentimiento panislámico que se extendía en la joya de la corona británica, la India. Un partido opositor secreto, el Ghadr (‘Revuelta’), existía ya en el estado del Punjab. Sus líderes en Berlín, un nido de indios disidentes, tenían la esperanza de aprovechar la creciente tensión. A la postre, la gran distancia entre Europa y la India y la dificultad de coordinar a los rebeldes potenciales bajo la estricta represión británica echaron a perder sus ambiciones. Los alemanes y los turcos tuvieron más éxito en su apoyo a la resistencia islámica en África del norte y del oeste, donde la oposición al colonialismo sobrevivió a la guerra.

La I Guerra Mundial y la toma del poder de los bolcheviques en Rusia

Los inesperados acontecimientos en el Imperio Ruso resultaron tan dramáticos y exitosos como las políticas subversivas de los beligerantes. En 1917 la Revolución Rusa estremeció al mundo y dio a luz a un desafío continuo a las potencias occidentales. La revolución despertaría también la esperanza en países como China, que luchaban por deshacerse del yugo colonial. Tres décadas después de la revolución, más de una tercera parte de la humanidad viviría bajo regímenes comunistas.

Aliada de Francia desde hacía muchos años, la Rusia imperial fue a la guerra en 1914 mal preparada para las enormes exigencias de una guerra moderna e industrial. La guerra trajo pérdidas catastróficas y sufrimientos inaguantables para los millones de rusos que luchaban en los ejércitos imperiales. Durante la guerra, Rusia se enfrentó también a migraciones internas masivas a medida que millones de refugiados huían de los frentes de guerra y los civiles dejaban sus hogares para trabajar en las industrias de guerra. Este vasto movimiento de población, que igualó en número al de las levas militares, desestabilizó en gran medida a una sociedad que ya se tambaleaba bajo las presiones domésticas y famosa por su corrupción. La carestía de alimentos afectó pronto a las ciudades mientras que la inflación socavó el poder adquisitivo de los campesinos. Los obreros y los campesinos hicieron responsable al gobierno de la ruinosa situación. En 1917, el zar Nicolás II y la monarquía habían perdido la confianza de los rusos. La monarquía fue sustituida por un gobierno provisional, formado por fuerzas supuestamente democráticas.

En ese momento, un revolucionario bolchevique exiliado llamado Vladímir Lenin regresó a Petrogrado, ayudado por las autoridades alemanas que esperaban que Lenin crearía un descontento aún mayor en un país devastado ya por las luchas intestinas. Lenin y sus correligionarios bolcheviques decidieron pronto que el gobierno provisional se equivocaba al proseguir la costosa e impopular guerra. En el otoño de 1917, Lenin y sus seguidores se hicieron con el poder apartando al gobierno provisional, que había perdido el apoyo de los rusos. Una vez en el poder, los bolcheviques cumplieron su promesa de apartar a Rusia de la guerra. En diciembre de 1917 firmaron en Brest-Litovsk un armisticio que cerraba la intervención rusa.

Lectura Ciencia Política Grado 11

Subdesarrollo
Existen diversas teorías de la sociología del subdesarrollo y sus causas, en las que se evalúan factores como: dependencia económica hacia otros países, altas tasas de crecimiento demográfico, distribución desigual de la renta, destacada participación del capital extranjero en las industrias básicas o baja representación política del campesinado y del grupo mayoritario de población. Según la visión marxista, el subdesarrollo es un claro efecto de la economía capitalista; para la postura ortodoxa, es una condición necesaria para poder evolucionar hacia el desarrollo; la Escuela de Chicago, que propugna el monetarismo, postula que se debe a la escasa preparación de un empresariado nacional; según la teoría de la dependencia, los países industrializados, agrupados en un “centro”, ejercen relaciones comerciales desiguales con los países de la “periferia”, por las cuales se retrasan las ventajas económicas y sociales que permiten mejores condiciones de vida. En lugar de que los intercambios comerciales resulten provechosos para todos los involucrados, los países subdesarrollados padecen economías inflacionistas a causa de las fluctuaciones en los precios de las materias primas, así como sectores industriales insuficientes o atrasados, baja productividad, bajos salarios y competencia con productos importados, entre otros factores.

Recientemente, las imposiciones del Fondo Monetario Internacional (FMI) para estabilizar los precios del mercado interno y adecuarse a las exportaciones, han presionado a los países afectados para que adopten políticas de devaluación de la moneda y de control de la inflación a costa de la estabilidad social. Las diferencias entre ricos y pobres se hacen cada día más patentes, desaparece la clase media, los grupos sociales no interactúan para generar empleo y se suceden las revueltas sociales. En los últimos años son numerosos los países que han sucumbido ante las políticas económicas de austeridad.

Lectura Ciencia Política Grados 10

Fragmento de El contrato social o Principios de derecho político.

De Jean-Jacques Rousseau.

Libro Primero: capítulo VI

Parto de considerar a los hombres llegados a un punto en el que los obstáculos que dañan a su conservación en el estado de naturaleza logran superar, mediante su resistencia, la fuerza que cada individuo puede emplear para mantenerse en ese estado. Desde ese momento tal estado originario no puede subsistir y el género humano perecería si no cambiase de manera de ser.

Ahora bien como los hombres no pueden engendrar nuevas fuerzas, sino unir y dirigir las que existen, no tienen otro medio de conservarse que constituir, por agregación, una suma de fuerzas que pueda exceder a la resistencia, ponerla en marcha con miras a un único objetivo, y hacerla actuar de común acuerdo.

Esta suma de fuerzas sólo puede surgir de la cooperación de muchos, pero, al ser la fuerza y la libertad de cada hombre los primeros instrumentos de su conservación, ¿cómo puede comprometerles sin perjuicio y sin descuidar los cuidados que se debe a sí mismo? Esta dificultad en lo que respecta al tema que me ocupa puede enunciarse en los siguientes términos:

«Encontrar una forma de asociación que defienda y proteja de toda fuerza común a la persona y a los bienes de cada asociado, y gracias a la cual cada uno, en unión de todos los demás, solamente se obedezca a sí mismo y quede tan libre como antes.» Este es el problema fundamental que resuelve el contrato social.

Las cláusulas de este contrato se encuentran tan determinadas por la naturaleza del acto que la más mínima modificación las convertiría en vanas y de efecto nulo, de forma que, aunque posiblemente jamás hayan sido enunciadas de modo formal, son las mismas en todas partes, y en todos lados están admitidas y reconocidas tácitamente, hasta que, una vez violado el pacto social, cada uno recobra sus derechos originarios y recupera su libertad natural, perdiendo la libertad convencional por la cual renunció a aquélla.

Estas cláusulas bien entendidas se reducen todas a una sola, a saber: la alienación total de cada asociado con todos sus derechos a toda la comunidad. Porque, en primer lugar, al entregarse cada uno por entero, la condición es igual para todos y, al ser la condición igual para todos, nadie tiene interés en hacerla onerosa para los demás.

Además, al hacerse la enajenación sin ningún tipo de reserva, la unión es la más perfecta posible y ningún asociado tiene nada que reclamar; porque si los particulares conservasen algunos derechos, al no haber ningún superior común que pudiese dictaminar entre ellos y el público, y al ser cada uno su propio juez en algún punto, pronto pretendería serlo en todos, por lo que el estado de naturaleza subsistiría y la asociación se convertiría, necesariamente, en tiránica o vana.

Es decir, dándose cada uno a todos, no se da a nadie, y, como no hay ningún asociado sobre el que no se adquiera el derecho que se otorga sobre uno mismo, se gana el equivalente de todo lo que se pierde y más fuerza para conservar lo que se tiene.

Por tanto, si eliminamos del pacto social lo que no es esencial, nos encontramos con que se reduce a los términos siguientes: «Cada uno de nosotros pone en común su persona y todo su poder bajo la suprema dirección de la voluntad general, recibiendo a cada miembro como parte indivisible del todo.»

De inmediato este acto de asociación produce, en lugar de la persona particular de cada contratante, un cuerpo moral y colectivo compuesto de tantos miembros como votos tiene la asamblea, el cual recibe por este mismo acto su unidad, su yo común, su vida y su voluntad. Esta persona pública, que se constituye mediante la unión de todas las restantes, se llamaba en otro tiempo Ciudad-Estado, y toma ahora el nombre de república o de cuerpo político, que sus miembros denominan Estado, cuando es pasivo, soberano cuando es activo y poder, al compararlo a sus semejantes. En cuanto a los asociados, toman colectivamente el nombre de pueblo, y se llaman más en concreto ciudadanos, en tanto son partícipes de la autoridad soberana, y súbditos, en cuanto están sometidos a las leyes del Estado. Pero estos términos se confunden con frecuencia y se toman unos por otros; basta con saber distinguirlos cuando se emplean con precisión.


Fuente: Rousseau, Jean-Jacques. El contrato social o Principios de derecho político. Estudio preliminar y traducción de María José Villaverde. Madrid: Editorial Tecnos, 1988.

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